Javier Aguado: “Con el protocolo se sufre en la intimidad, pero te hace más fuerte”
Acaba de ser condecorado con la Cruz de Oficial de la Orden del Mérito Civil que concede el Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación
A Javier Aguado Alonso (Madrid, 1963) no se le caen los anillos a la hora de ponerse a diseñar de cero cualquier tipo de evento protocolario, ya que para algo lleva más de 25 años de su vida laboral dedicándose a ello dentro del área de Relaciones Públicas y Protocolo de la ONCE. Ahora, en reconocimiento a su desempeño, la Casa Real le ha otorgado la Cruz de Oficial de la Orden del Mérito Civil.
Algo que le ha pillado “por sorpresa” -reconoce-, y que no ha dudado en hacer extensivo a “todas las personas” que le han acompañado (y acompañan) en el camino.
La Orden del Mérito Civil fue instituida por el Rey Don Alfonso XIII, por Real Decreto de 25 de junio de 1926. Reza en su preámbulo que «tiene por objeto premiar los méritos de carácter civil, adquiridos por el personal dependiente de alguna de las Administraciones públicas» o «por personas ajenas a la Administración, que presten o hayan prestado servicios relevantes al Estado, con trabajos extraordinarios, provechosas iniciativas, o con constancia ejemplar en el cumplimiento de sus deberes». Su Majestad el Rey es el Gran Maestre de la Orden del Mérito Civil y el Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación es el Gran Canciller y titular de la Orden.
Ante esto, confiesa Javier Aguado que la concesión de esta medalla quizá “inconscientemente me genere yo mismo una mayor responsabilidad en mi trabajo”, pero sobre todo es un “chute motivacional” para seguir haciendo lo que he hecho hasta ahora. “No me voy a venir arriba, pero tampoco va a ser un ‘ya he llegado al tope’”, asegura.
Su vocación inicial era el Periodismo, de hecho es licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid (UCM), pero casi recién iniciados sus estudios, se le presentó la oportunidad de asomarse a esto del protocolo dentro de la ONCE, donde ya estaba trabajando, y “me dije: vamos a probar a ver qué es esto de organizar bodas, bautizos y comuniones...”, afirma en tono jocoso.
De aquellos primeros pasos fue surgiendo la infraestructura actual del Departamento de Relaciones Públicas y Protocolo, dependiente de la Dirección de Comunicación, Imagen y Marca del Grupo Social ONCE, donde él siempre ha trabajado y “envidia -según afirma con orgullo- de otras muchas instituciones”.
Más de 35 años dedicado a la comunicación
Además de esos más de 25 años volcado en las tareas protocolarias del área de Comunicación de la ONCE, a lo largo de todas su carrera formativa y laboral, con más de 35 años a sus espaldas, Javier Aguado siempre ha estado vinculado a la comunicación. Así, tras su licenciatura, se formó también en temas de comunicación corporativa y publicitaria y realizó un Máster de Radio. Ha trabajado para ‘Ejecutivos del Turismo’, en el área de relaciones institucionales, la SER y RNE. Cuenta también en su haber con el Grado Universitario en Protocolo y Eventos en la Universidad Europea de Madrid; un Máster en Ceremonial y Protocolo por la Universidad San Pablo CEU de Madrid; un Máster de Radio por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Comunicación Corporativa y Pública por la misma Universidad. Además de estar ligado a la Asociación Española de Protocolo (AEP).
Tras un concurso por oposición, ingresó en el Departamento de Relaciones Públicas de la ONCE, allá por el año 1985, donde desarrolla su actividad actualmente. Dentro de la propia organización, ha pasado por el área de Promoción Artística, el de Promoción del sorteo de la ONCE, el de Relaciones Internas con las Delegaciones Territoriales de la ONCE, hasta llegar al área de Protocolo.
Una trayectoria que jamás imaginó cuando comenzaba sus estudios de Periodismo con las aspiraciones de llegar a dedicarse al periodismo de investigación, una de sus grandes pasiones, explica.
También por el camino, ha tenido que dejar a un lado su propósito de concluir el doctorado ya iniciado, debido a la gran cantidad de tiempo invertido en su desarrollo profesional en el ámbito del protocolo. Es su “pequeña espinita”, aunque no descarta retomarla en cualquier momento.
Y aunque todos los que le conocemos tenemos en nuestra cabeza la imagen de Aguado como el hombre de traje y carpetilla en mano, Javier, además, en su vida privada trata siempre de buscar actividades que le ayuden a “descomprimir, porque este trabajo nos absorbe mucho”, y entre ellas, la lectura, “soy un vicioso del pádel”, el senderismo, encontrarse con los amigos y, por encima de todo, la dedicación a su familia y, muy en especial, “a mi mami”.
“El protocolo va más allá de saber colocar los cubiertos”
Junto a lo que es propiamente su trabajo, el vínculo con la AEP y la Escuela Internacional de Protocolo le ha brindado la oportunidad de poder mostrar en diferentes foros, e incluso entre los estudiantes de Protocolo, cómo es el montaje de los eventos teniendo en cuenta a las personas con discapacidad, partiendo del ejemplo de “lo que se hace en el Grupo Social ONCE”, explica.
Y es que, a pesar de lo que pueda parecer, la formación en materia de Protocolo “despierta mucho interés entre los chavales”, asegura, y “aunque algunos todavía llegan con el halo de la Casa Real, los ministros, etc., lo cierto es que la gente es consciente de que ya no es tanto boato, sino que hay un mensaje más allá”. “Los estudiantes que ahora deciden hacer el Grado de Protocolo salen muy formados, porque el enfoque ahora es el de enseñarles a montar los eventos desde todas las perspectivas”, concluye.
A lo que hay que sumar, a su juicio, la gran aportación que suponen para la profesión “las nuevas tecnologías, la Inteligencia Artificial, el metaverso... Los profesionales del protocolo nos tenemos que poner las pilas, porque esto viene arrasando”, asevera.
Respeto, discreción y espíritu de sacrifico
Como no podría ser de otra manera, a lo largo de toda su trayectoria, Aguado ha vivido anécdotas de todo tipo, desde aquellas que te llevan a decir ‘tierra trágame’, como la vivida muy al inicio de empezar a trabajar en la ONCE, según nos cuenta, cuando “nos tocaba organizar el sorteo del cupón por pueblos y plazas de toda España...”, y en una ocasión acabó en un “bar de carretera”.
Pero, claro, también están las vivencias positivas, entre las que él destaca, sin duda, el “haber podido participar en el área de Protocolo de los Juegos Paralímpicos durante siete u ocho años”, o los primeros actos que tuvo que montar junto a la Casa Real.
Si a Javier Aguado se le pregunta por lo que más le gusta de su profesión, contesta sin pensárselo que es “el contacto con la gente y el poder transmitir el mensaje de la casa donde trabajas, en este caso el Grupo Social ONCE”, y confiesa que es algo que “cada vez me gusta más”. Por el contrario, le da “mucha rabia” la falta de respeto por parte de la gente, “que no llega a entender cuál es el trabajo de uno, y sufres en silencio. Son cosas que te llevas a casas. Es lo que tiene este trabajo, en el pack van muchas veces lo sinsabores”, asegura.
Entre las máximas del protocolo que aplica en su día a día, y lleva por bandera tanto en lo personal como en lo profesional, está, como él dice, “el respeto y la discreción”, por encima de todo. “Respeto por lo que hacen tus compañeros, aunque a veces tengas tropiezos, sobre los que suelo ser muy autocrítico y si tengo que pedir perdón, no me duelen prendas”, reconoce. Y discreción; por ejemplo, agradece que hoy le saquemos en nuestro boletín, “pero es algo que no me gusta”, afirma.
Y si algo ha asumido a lo largo de tantos y tantos años es afrontar “el espíritu de sacrificio”. “A esto le tienes que dedicar muchas horas y en ocasiones te tienes que morder los labios; muchas veces lloras en silencio, pero todo esto también te vuelve más fuerte y robusto y te ayuda a crecer como persona. Sufres mucho en la intimidad, pero te vuelve más fuerte para superar dificultades en todos los niveles. El protocolo te ayuda a relativizar y analizar lo que pasa a tu alrededor”, asegura con rotundidad.
Pues de alguna manera, ese espíritu de sacrifico se ha visto ahora reconocido con esta condecoración. ¡ENHORABUENA!
Yolanda S. Baglietto
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