El Club Braille de Madrid homenajea a Pío Baroja desde la literaria Cuesta de Moyano

Coincidiendo con el 150 aniversario del nacimiento de Pío Baroja, que se conmemoró el 28 de diciembre de 2022, el Club Braille de Madrid quiso rendirle un homenaje, el pasado 17 de mayo, sacando a la calle, concretamente a la madrileña Cuesta de Moyano, algunos de sus textos transcritos al braille. Y es que, en la parte más alta de este emblemático espacio literario de la ciudad, se erige desde que se rehabilitara la figura del escritor de origen vasco.

La Cuesta de Moyano fue siempre para el escritor lugar de paso donde encontrar esos libros que él tanto amaba, de ahí que, cuando en los años 80 se pensara en dedicarle un monumento fuese éste el emplazamiento más adecuado, aunque, en principio, se acabó por situar en El Retiro para, posteriormente, trasladarla a su ubicación actual. Se trata de una figura completa del escritor, ya anciano venerable, está de pie, con el gabán un poco abierto, bufanda y boina, la ropa que le caracterizaba, y con las manos cruzadas por delante, como en actitud de reposo.

Acompañados de Paula Rivero, la promotora braille de la Delegación de Madrid, los integrantes del Club procedieron a leer diversos fragmentos de “El árbol de la ciencia”, obra que Baroja publicó en 1911 y es considerada, por muchos, la que mejor refleja el espíritu del autor.

En ella se narra la vida de Andrés Hurtado desde el comienzo de sus estudios de medicina. Médico, como Baroja, el protagonista de “El árbol de la ciencia” asiste impotente a los desafueros de una sociedad mezquina y envilecida. Entre el determinismo fisiológico y la rebelión moral hay la búsqueda de un camino propio. Un clásico imprescindible de la literatura española, cargado de referencias históricas, científicas, literarias y filosóficas.

“Daba tanta importancia al dinero, sobre todo al dinero ganado, que el comprobar lo difícil de conseguirlo le agradaba. Como era su dios, su ídolo, de darse demasiado fácilmente, le hubiese parecido mal. Un paraíso conseguido sin esfuerzo no entusiasma al creyente; la mitad por lo menos del mérito de la gloria está en su dificultad, y para Julio la dificultad de conseguir el dinero constituía uno de sus mayores encantos”. Así dieron comienzo las lecturas en braille de los participantes. 

Junto con este fragmento, fueron en total nueve las personas que leyeron en braille, apoyando las hojas en el atril, dispuesto al efecto y durante la actividad, y que llamaron la atención de algunos de los paseantes que se quedaron a escuchar, mostrando su admiración hacia esta forma de lectura.

Pío Baroja y Nessi (1872-1956) es uno de los principales representantes de la Generación del 98, junto con Miguel de Unamuno, Azorín y Ramiro de Maeztu. La Generación del 98 surge a partir del desasosiego que experimentan los intelectuales españoles tras la pérdida de las últimas colonias de ultramar por parte de España. Les duele España y lo reflejan en sus novelas y tesis desde lo existencial y social. 

Desde su San Sebastián natal, Pío Baroja desarrolla su vida en un ir y venir a Madrid, ciudad en la que finalmente se asienta y donde recorre calles y plazas, ambientes, tipos y oficios, como el de panadero en la tahona familiar de Viena Capellanes. También comienza a participar de la vida cultural de la ciudad.

Baroja fue un gran viajero y amante de los libros, médico frustrado y escritor consagrado, constituyéndose en un verdadero referente de la gran literatura española.

Sus novelas de corte social se reflejan en historias como el mencionado “El árbol de la ciencia”, “Zalacaín el aventurero” o la trilogía “La lucha por la vida”, integrada por “La busca”, “Mala hierba” y “Aurora roja”. A ellas se añadirán otras del género de aventuras como “El mayorazgo de Labraz” o “Las inquietudes de Shanti Andía” y, cómo no, “Memorias de un hombre de acción”, protagonizada por un antepasado suyo, Eugenio de Avinareta y que, en los 22 volúmenes que ocupa, retrata una época agitada y terrible de nuestra historia: las guerras de la independencia y carlista durante el siglo XIX.

Realizar actividades como esta, para el coordinador del Club Braille Madrid, Alberto Gil, “merece mucho la pena por el valor que aportan al mostrar el braille en las calles, así como motivar a quienes participan asiduamente en el Club Braille. Estoy seguro de que repetiremos la idea ante otros monumentos literarios de la ciudad para unir lectura, braille e historia”.

Quienes participaron coincidieron en mostrar su satisfacción ante la iniciativa para sensibilizar a la sociedad acerca de la vigencia e importancia del braille, tanto para los aspectos de la vida diaria como en la lectura que les ayuda, con ello, a ser iguales.