Josefa Ibáñez, a sus 88 años reconoce que su ceguera no le ha impedido disfrutar de todo lo que ha podido
“Hay veces que parece que quisieras algo más, pero normalmente siempre he estado a gusto, soy una persona positiva y siempre he visto las cosas desde el camino más bonito”, reconoce Josefa Ibáñez, una mujer ciega, afiliada a la ONCE desde sus orígenes, que a sus 88 años transmite una energía admirable.
A lo largo de su vida, Josefa siempre ha ido de la mano de la ONCE -ya que es tres años mayor que la Organización-, y, por ello, asegura: “mi vida sin la ONCE hubiera sido un desastre, hubiera sido la vida de una niña de pueblo, ciega, y en aquellos años 40 no sé qué hubiera sido de mí, hubiera sido una pobre infeliz”.
Lleva en su mochila una larga e intensa vida laboral, en el año 1958 empezó a trabajar como telefonista y después estuvo 33 años vendiendo en un quiosco de la ONCE, actividad que compaginó con cargos dentro del Consejo Territorial de Madrid, el primero de ellos fruto de las primeras elecciones democráticas de la Organización, en el año 1981. Una actividad que prolongó tras su jubilación durante otros 16 años más, como parte activa en SUPO. Y todo ello conjugado con la crianza de cuatro hijos junto a su marido, Luis, también afiliado y vendedor de la ONCE.
Josefa recuerda como un momento muy especial cuando se democratizó la ONCE y “tuvimos las primeras elecciones generales”. “Como yo colaboré y después entré en el Consejo Territorial, pues todo lo que ello supuso te saca del día a día”, asegura. También cuando terminó sus estudios y comenzó a trabajar porque “suponía una liberación y poder se autosuficiente y colaborar para sacar adelante a la familia”.
Empezar a trabajar supuso, para esta mujer afiliada conocer a su marido, Luis, también afiliado a la Organización y vendedor, como ella, casarse a los tres años y tener cuatro hijos, a los que, reconoce, “hemos intentado preparar lo mejor que hemos podido para que se enfrentaran a la vida y ahora pues ahí están, cada uno en sus cosas”.
Ante la pregunta de cómo ha vivido ella el tema de la igualdad, tras su larga experiencia como mujer trabajadora, Josefa opina que “no hay motivo para discriminar a la mujer. La mujer hace años estaba siempre en segundo plano, ha sido la señora que se quedaba en casa a sus labores, y eso nunca me ha gustado. De hecho, yo salí del colegio un día y al día siguiente ya estaba trabajando. Yo nunca he sido una mujer dedicada al hogar. Me ha gustado mucho leer, participar en la ONCE... Toda mi vida ha sido en la ONCE”.
En cuanto a la discapacidad, Josefa recomienda “asumirla con naturalidad y dentro de esa naturalidad saber hasta dónde una puede llegar. No tratar de superarnos a la fuerza, sino saber hasta dónde podemos llegar, eso sí intentando superarse siempre y no quedarte atrás y estar pendiente de todo lo que te puede ayudar para no aislarte, favorecerte. Ahora, con las nuevas tecnologías nos ayuda mucho. Aunque yo he llegado tarde”, lamenta.
Ante el cercano 85 cumpleaños de la ONCE, el próximo 13 de diciembre, el deseo de Josefa Ibáñez es que “aquella ONCE que yo conocí, pequeñita, que poco a poco fue creciendo y nos ayudó de una manera extraordinaria a todos, que siga adelante y que no se olvide de la idiosincrasia de lo que fue y es la Organización, que no se pierda”, concluye.
Javi Andrés
Yolanda S. Baglietto
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