Guillermo Pelegrín, escalador ciego: “Que nadie nos diga hasta dónde podemos subir"

Guiile junto a su entrenador y en otro momento de la escaladad

Hace nada que finalizó la competición de escalada para ciegos pero el madrileño Guillermo Pelegrín, imparable, como siempre, ya tiene puesta la mirada en la siguiente temporada. Con apenas 20 años, son varios los títulos que acumula a nivel nacional e internacional. Además, este año suma el de Campeón de España, Campeón de Copa España 2023 y el bronce del Campeonato del Mundo.

En una pequeña sala del rocódromo Sputnik Climbing está calentando, junto a sus compañeros, con magnesio en las manos y preparando el equipo. Coge su bastón y camina, ahora sí, hacia la sala grande donde le toca entrenar. Ahí le espera Toni Curiel, su entrenador y guía.

Guillermo se coloca las zapatillas, el arnés y, mientras habla con Toni, ambos se ponen un walkie talkie que les mantendrá conectados en todo momento. Es el momento, empieza el entrenamiento: “Guille”, como lo llaman sus compañeros, se acerca a la pared, extiende las manos y Toni le da las primeras indicaciones… comienza la escalada.

Puede parecer temerario, pero Guille no piensa lo mismo. Con apenas 3 años le detectaron retinosis pigmentaria y amaurosis congénita leve. Eso no frenó a su padre, quien tenía claro que quería disfrutar del deporte y la montaña junto a su hijo “el sueño de mi padre era escalar conmigo…”, cuenta,“cuando le dicen que su hijo es ciego se queda en shock, porque no sabía que los ciegos podían escalar y se pone a investigar”. Así encontró el Grupo de Montaña de la ONCE y, tras su primera experiencia, decidió formarse como guía de personas con discapacidad visual y llevar a su hijo a las rutas. Esa fue la primera experiencia de Guille con la montaña, junto a su padre, quien orgulloso, también va al rocódromo y sigue sus entrenamientos.

Luego estuvo en el Club Bukaneros Solidarios, un club de alpinismo y actividades en montaña especializados en ciegos que hacía salidas fuera de Madrid, y, como quería seguir probando, encontró el rocódromo King Kong. Allí preguntaron si podía entrenar, “les dijimos que yo era ciego, que si podía ir… y entonces ya me metí en un grupo de entrenamiento los martes y jueves donde yo era el único chaval con discapacidad”, afirma, y, entre risas dice: “se peleaban por guiarme… entonces era como… a ver, que voy a seguir siendo ciego toda mi vida, que si no es hoy será mañana o pasado”.

Lo cierto es que Guille cada vez iba a más y con 16 años se unió al equipo nacional de escalada, “debuté hace tres temporadas en Insbruk, en Austria y allí conseguí la medalla de bronce y luego he ido a todas las competiciones internacionales”. Desde ese momento no ha parado.

Guiklle en varios momentos de su entrenamiento

Mi reto es entrenar, dar lo máximo de mí y disfrutar

Guille reflexiona sobre la discapacidad y el deporte, pues es algo que tiene claro, “mucha gente se piensa que nosotros escalamos por motivarnos y nosotros en verdad escalamos porque es lo que nos gusta”, asegura. Si hace retrospectiva, no piensa en la discapacidad como un impedimento, todo lo contrario, orgulloso, cuenta que la escalada le ha enseñado valores, compañerismo y le ha hecho ser quien es a día de hoy, “al final la escalada es un deporte muy individual, pero es para estar con la gente. A mí me encanta porque es un deporte súper autónomo, al final eres tú y la pared y un guía que te va diciendo por dónde ir, pero el que decide cuándo lo haces, cómo lo haces eres tú”, continúa.

La escalada no es la única faceta de Guille. Estudia Trabajo Social y, con una sonrisa de oreja a oreja, relata que le encanta poder compatibilizar su pasión por la escalada con la integración social, “me gustaría dedicarme a la integración de las personas con discapacidad mediante el deporte”, afirma. Se califica él mismo de “culo inquieto”, pues, aparte de la escalada, también esquía con la Federación Española de Deportes para Ciegos (FEDC), donde también ha cosechado varios éxitos; ha probado la hípica y, hace relativamente poco, ha empezado a hacer surf.

La conclusión es que Guille no para, tampoco quiere hacerlo, es más, fantasea con unos Juegos Paralímpicos, quizás Los Ángeles 2028, “como edad me vendría guay, en el equipo soy el baby de aquí… me pillaría con 25 años y estaría bastante guay”, dice.

Además, Guille no desaprovecha la ocasión para lanzar un mensaje claro, “los límites nos los ponemos nosotros mismos, que nadie nos diga hasta donde podemos subir, nunca mejor dicho en la escalada”, (sonríe). Él explica que no hay que ver la discapacidad como algo que te bloquee, pues con rotundidad afirma que, con adaptaciones todo es posible, “igual que una persona que es bajita necesita cogerse un altillo para coger algo que no llega, nosotros es lo mismo en el deporte con adaptaciones”, pone como ejemplo, “el aprendizaje es más lento, necesitamos más referencias corporales pero lo podemos hacer todo”, concluye.

Rocío Parra

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